Y sin embargo, notaba que si se levantaba dejaría de estar ligada a la vida, cada pequeña célula de su cerebro se concentraría en Laura, en su imagen inerte en el suelo, como ella estaba ahora mismo.
¿La diferencia?
La diferencia era que mientras que Laura no podía sentir el frío del suelo, ella si lo sentía.
La diferencia, la puta diferencia, era que Laura estaba muerta y Silvia podía sentir con cada médula de su cuerpo ese dolor.
Qué triste! Pobre Silvia, y sobretodo, pobre Laura! Escribes tan bien que ahora tengo el corazoncito latiendo fuerte :) me han conmovido tus relatitos y me he identificado con otros. Solo te pido una cosa: sigue, sigue sigue!(escribiendo :) )
ResponderEliminarUn besito "estrellado"!