lunes, 22 de febrero de 2010

Insomio

Era una de esas noches en las que aunque no puedas dormir tampoco quieres, así que despacito, muy despacito se deshizo del abrazo de John no sin antes darle uno de sus tiernos besos en la mejilla.
Saltó de la cama, primero un pie, después el otro.
Y así descalza, atravesó una chica de 24 años a las 5 de la madrugada el largo pasillo de su amplio ático con vistas a Central Park hasta la terraza, donde observó el amanecer de una ciudad que nunca duerme, algo que odiaba, mientras la brisa juguetona de la mañana hacia balancear su camisón blanco de lino.
Tenía todo lo que ella quería en Nueva York, y aún así no hacía más que extrañar su tranquila casita, a orillas del mediterráneo-
Al fin y al cabo, allí podías quedarte hasta altas horas de la madrugada sintiendote reina del lugar, sin ver nada más que una abrasadora oscuridad hasta que llegase las primeras luces del día, saber que solo tú estabas viendo el comenzar de un nuevo día.
Aquí desde su alta terraza de Nueva York, podía ver solitarios amantes inventando una nueva escusa que contarle a su mujer, todos los locales dando paso al bullicio que no tardaría en comenzar...
Definitivamente este sitio no estaba echo para ella.
Hasta que la voz de John surgió extrañandola en la cama.
Ahora recordaba porque había dejado su pequeño pueblo en España y había venido hasta esta gran ciudad en Estados Unidos.
Ahora recordaba que lo volvería a hacer una y mil veces más con tal de escuchar su voz.

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